domingo, 16 de septiembre de 2012

LOCUS DE CONTROL

FUENTE: SARA, Guía práctica para la dinamización de espacios de desarrollo personal yprofesional para mujeres inmigrantes, BIBLIOTECA VIRTUAL DE CRUZ ROJA ESPAÑOLA





La percepción de control sobre la propia vida se relaciona con la independencia personal, la felicidad y la salud. La percepción o expectativa de control sería la creencia de una persona sobre si lo que le sucede depende más de factores internos (voluntad, esfuerzo y acciones propias) o si, por el contrario, depende de factores externos (la suerte, el destino o de intervenciones de terceras personas o “fuerzas” y voluntades divinas).

A la luz de diferentes autores y autoras, parece que esta percepción sería aprendida y variaría según los contextos (laboral, familiar, formativo...), situaciones y momentos de la vida, existiendo también personalidades que se situarían, en un continuo imaginario, más tendientes a una orientación de control interno y otras, con mayor tendencia a una orientación de control externo.


Las personas con orientación de control interno tenderán a ser más activas y controlarán con mayor facilidad las situaciones de estrés, al relacionar acciones y sus resultados, por ello, parece que esta orientación sería más favorable en los procesos de búsqueda de empleo, teniendo mayor éxito en el logro de los objetivos, u otros procesos que impliquen situaciones en las que hay que poner en práctica competencias y/o existen estresores significativos. 

Una creencia firme de que el control está en factores externos, en contraste, puede conllevar sensaciones de desesperanza, indefensión, mayor vulnerabilidad ante el estrés y, en consecuencia, a la inactividad, pues no se vería sentido a hacer más o menos, a aplicar esfuerzo, ya que éste no tendría resultados.

La percepción de control se relaciona también con la forma en que se atribuyen causas a los acontecimientos y el afrontamiento de éxitos y fracasos.

Por la diferente socialización en función del sexo, encontramos que muchas mujeres pueden presentar una tendencia a atribuir los éxitos a factores externos y a responsabilizarse - y culpabilizarse - de los fracasos, pudiendo haber diferencias notables también entre el ámbito familiar y el laboral, por ejemplo. Los hombres, en contraste, suelen ser educados con mayor frecuencia a atribuir a factores internos tanto éxitos como fracasos, así, como en una orientación de control interno.

Por otro lado, se detectan diferencias culturales, dependiendo de factores como: sistema de valores más individualistas o más colectivistas, arraigo mayor o menor de creencias religiosas, valor social del perfeccionismo, nivel formativo, etc.

Es esencial, que a la hora de buscar las causas a un hecho (proceso que se hace, con frecuencia, inconscientemente) se fomente que se valoren los propios límites de forma realista y todos los factores que intervienen en un determinado hecho, para una solución operativa y productiva de problemas sin coste de autoestima y sin creencias que bloqueen la acción. En cuanto a la expectativa de control, lo más adecuado parece ser desarrollar una orientación interna, sin sobrepasar los límites de la realidad.

Cuando se atribuyen los éxitos y fracasos a factores o fuerzas externas, no se revisan errores y no se reorganiza la acción. Cuando se atribuyen a factores internos controlables, como el esfuerzo, los éxitos animan a nuevos retos y, ante los fracasos, se revisan y se intentan corregir errores. Pero, si los fracasos se atribuyen a factores internos como la competencia (“he fracasado porque no valgo”) será más probable que la persona se bloquee y se culpabilice de manera destructiva.





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